En el post anterior hablábamos sobre la importancia de aprender a gestionar la frustración de los hijos. En el artículo de hoy vamos a explicaros unas claves básicas a la hora de llevarlo a la práctica. Pero antes de meternos de lleno con ello, en Alaria nos gustaría hacer hincapié en algo fundamental: no podemos enseñar a nuestros hijos aquello que no hemos aprendido nosotros primero. Los niños aprenden de nuestro ejemplo. Sobre todo en las primeras etapas de la infancia, los pequeños tenderán a copiar todo lo que ven en casa. Si queremos enseñarles a gestionar la frustración, hemos de realizar un trabajo interior previo para poder así compartirlo con ellos.

Aspectos clave para gestionar la frustración

  1. Calmarnos para calmar: antes de nada, es importante que nos calmemos. En momentos de estrés puede resultar difícil, por lo que es importante que, antes de saltar, nos tomemos unos minutos para relajarnos, respirar profundamente y dejar que los nervios pasen.
  2. Dejar que el niño haga lo que pueda hacer: no darle todo hecho, sino permitirle que sea independiente y autónomo en la medida de lo que pueda. Para ello, es importante ser pacientes y no ir con prisas.
  3. Expectativas realistas: no dejar al niño que se enfrente a aquello para lo que no está aún preparado. La falsa idea de que todos los niños a una determinada edad tienen que ser capaces de hablar o caminar no ayuda. Cada niño tiene unas capacidades y habilidades únicas, por lo que es clave no exigirle más de lo que pueda hacer.
  4. Expectativas alcanzables: adaptadas al niño, no a nuestros deseos. Cada niño tiene unas capacidades diferentes, la edad no lo determina. Recordar no exigirle más allá de lo que pueda dar.
  5. Enseñarles a esperar: buscar recursos de dentro hacia fuera. El experimento de la golosina – The Marshmallow test en inglés – es un claro ejemplo de ello. La paciencia es como nos comportamos mientras esperamos, no la capacidad de esperar en sí.
  6. Enfatizar los progresos de los niños: lo que más nos ayuda a los seres humanos no son los resultados aislados, sino los progresos en sí y la sensación de que avanzamos.
  7. Alimentar su confianza: para que aprendan a gestionar la frustración, es clave que desarrollen una sensación interna positiva hacia ellos mismos. Para ello es fundamental reforzar sus puntos fuertes y valorar sus virtudes.
  8. Enseñarles a ser perseverantes a pesar de las dificultades. Que sigan adelante.
  9. Enseñarles el valor del esfuerzo, a comenzar de nuevo y a tener una actitud positiva ante los errores y dificultades.
  10. Hablar con nuestros hijos y contarles nuestras propias experiencias vitales. Contarles cómo nos hemos ido reponiendo de nuestros fracasos así como los aprendizajes que hemos sacado es clave.

El fracaso es necesario para seguir aprendiendo y creciendo

Ya para terminar, en palabras textuales de Loreto, recordar que…

El verdadero fracaso es no mirar a lo que nos ha pasado.