La primavera es una época estupenda para los bebés y niños: significa buen tiempo, más horas de luz y la posibilidad de disfrutar de juegos en el parque, excursiones, picnics… Sin embargo, el cambio de estación también tiene algunas implicaciones para la salud de los bebés , que los padres pueden minimizar teniendo en cuenta las siguientes recomendaciones que ofrecemos con la colaboración de los expertos de Bebitus.

Alergias primaverales:

La llegada del buen tiempo reduce la incidencia de las infecciones respiratorias en los bebés (catarros, gripes, bronquiolitis) pero hacen su aparición las alergias al polen, que según alerta la Asociación Española de Pediatría afectan cada vez más a niños. Los síntomas (estornudos, tos, picor de ojos, etc.) se pueden confundir con los de un catarro, de modo que es necesario vigilar si aparecen cuando el niño está en espacios abiertos, en días soleados y con viento, y remiten en espacios cerrados o cuando llueve. Si es así, es posible que tenga alergia al polen y hay que consultar al pediatra.

La primavera afecta a los bebés y niños también con los habituales trastornos cutáneos como el megaloeritema (también conocido como enfermedad del “niño abofeteado”, porque provoca erupciones rojizas en las mejillas) y se agudizan algunas formas de dermatitis atópica. Para prevenirlas, hay que asegurarse de realizar una buena higiene y cuidado de la piel del bebé, sobre todo en la zona del pañal, que es más sensible a las irritaciones.

Otro fenómeno frecuente en esta época del año es la astenia primaveral. Se trata de un síndrome leve provocado por el ajuste del cuerpo al aumento de las horas de luz y que afecta especialmente a los niños y los ancianos. En los bebés, los síntomas más comunes son la irritabilidad, la falta de apetito y los trastornos del sueño. Conviene recordar que la astenia primaveral no es una enfermedad y no requiere tratamiento: en unos días, el organismo se adapta por sí solo. Mientras tanto, es recomendable ceñirse a unos horarios fijos de comidas y sueño para ayudar al bebé a adaptarse.

El sol, la alimentación y el bienestar del bebé:

Durante la primavera los niños pasan más tiempo al aire libre, por lo que es necesario aplicar protección solar para bebés. Aunque no sea verano, la piel de los bebés es muy sensible a la radiación solar. De manera que conviene vestirles con ropa de manga larga, gorra y aplicar protectores solares con FPS +50 en todas las partes del cuerpo expuestas a la luz. Además, hay que recordar que los bebés menores de seis meses nunca deben exponerse directamente al sol, aunque todavía no haga mucho calor.

Del mismo modo, la alimentación del bebé debe adaptarse al cambio de estación. El calor y la mayor actividad física aumentan el riesgo de deshidratación, por lo que es necesario ofrecer líquidos a los bebés más a menudo. La primavera afecta a los bebés también porque es una época ideal para introducir nuevas verduras de temporada en la dieta de los más pequeños, como acelgas, espinacas, puerros, guisantes, habas, espárragos, etc. Sin embargo, hay que tener cuidado con las frutas más típicas de la primavera como las fresas, las cerezas o las ciruelas, ya que figuran entre las que más reacciones alérgicas provocan. Por eso no se recomienda darlas a los bebés hasta que tengan 12 meses.

Finalmente, los cambios de tiempo típicos de esta estación pueden jugarnos una mala pasada, por lo que hay que tenerlos presentes al elegir la ropa del bebé. En primavera, lo mejor es optar por varias capas de ropa (bodis, vestidos, camisetas, etc.) de tejidos naturales y transpirables como el algodón, que abrigan pero dejan salir el sudor. Así podemos ir añadiendo o quitando capas de ropa al bebé a medida que varíe la temperatura, por ejemplo si estamos al sol o a la sombra, jugando en el parque, etc. Es la mejor forma de esta siempre preparado y evitar un inoportuno resfriado primaveral.