El síndrome del niño hiperregalado es un término que ha nacido en los últimos años. Como su nombre bien indica, se trata de una tendencia o hábito en el que los padres le dan al niño todo lo que pide y le colman de regalos. Es normal que, como padres, queramos darles a nuestros pequeños todo lo que nosotros no pudimos tener. Pero, ¿dónde está el límite?
Muchas veces y sin apenas darnos cuenta, sobreestimulamos a los niños con regalos. Les obsequiamos con todo aquello que desean. Juguetes, ropa o cualquier capricho que se les antoje. Y ya no solamente lo hacemos en fechas importantes, como el cumpleaños o las navidades. Sino que en muchos hogares esto se ha trasladado a cualquier día del año. Para el psiquiatra Santiago Duque, este exceso de regalos contribuye a que los niños pierdan la emoción y la sensibilidad a la hora de recibir nuevas recompensas. Al final, terminan sin valorar lo que se les da.
Un niño que recibe todo aquello que pide, aprende a no ser tolerante. Son niños más propensos a la frustración, ya que no saben recibir un no por respuesta. Es importante que el niño sepa que el regalo es un premio, y que aprenda que, en la vida, las cosas no se consiguen sin esfuerzo alguno, sino que se necesita paciencia, constancia y dedicación.
¿Qué motiva que algunos padres den a sus hijos todo lo que piden?
- En algunos casos, los padres pasan poco tiempo con los niños. Hacerles regalos es una forma de compensar esa falta de tiempo. Piensan que así les demuestran su amor, cuando en realidad lo que un niño necesita es tiempo de calidad con sus padres, no regalos materiales. Pueden llegar a sentirse solos, frustrados y con un vacío emocional que solo el cariño de sus progenitores puede llenar.
- Otros padres desean que sus hijos tengan todo aquello que ellos no pudieron tener. Así, creen que con regalos pueden suplir esas carencias que ellos vivieron de pequeños.
- La publicidad, los medios de comunicación, las comparaciones y/o las redes sociales tienen un gran impacto. Vivimos en la era del consumismo, lo cual condiciona a numerosas familias.
- Desconexión emocional. Vivimos en un momento en el que se le da excesiva importancia a lo material, y muy poca a los valores personales. Intentamos tapar nuestros vacíos y carencias emocionales con bienes materiales, regalos, dinero, lujo, juguetes. Esto puede generar satisfacción temporal pero, a la larga, lo que queda es un vacío todavía mayor.
¿Qué consecuencias tiene el síndrome del niño hiperregalado?
Los padres son el mayor ejemplo para los niños. Los pequeños imitan todo lo que ven en sus figuras de referencia. Si desde pequeños les enseñamos que es más importante adquirir bienes materiales o regalos, es fácil que el niño hiperregalado no aprenda a tolerar la frustración cuando no consiga las cosas en su vida adulta. Es fundamental educar a nuestros hijos en inteligencia emocional. Es clave enseñarle a conocerse a sí mismo, a ser perseverante, a aprender que en la vida no siempre va a conseguir todo aquello que quiera.
El cariño va mucho más allá de un simple regalo. Tener hijos es una responsabilidad enorme. Es educar al niño con unas bases sólidas, enseñarle a volar sin cortarle las alas, enseñarle a confiar en sí mismo, a crecer como persona, a ser generoso, a empatizar con los demás. Un niño es más feliz cuando pasa tiempo de calidad con sus padres que cuando se le deja solo jugando con el último regalo de moda.
Cuando le regalamos todo lo que pide, cometemos un grave error tanto para su desarrollo como para su educación. Algunas de las consecuencias son:
- El niño hiperregalado tiene una baja tolerancia a la frustración.
- No valoran las cosas, se vuelven más egoístas y caprichosos.
- Aprenden que en la vida todo se resuelve con regalos. Si tienen una rabieta…regalo. Si hacen algo bien…regalo. Si se enfadan…regalo para que se les pase.
- Pierden la ilusión y el interés por las cosas.
- Se convierten en niños consentidos.
- No aprenden la importancia de poner límites ni respetan las normas.
- Aprenden que no tienen que esforzarse para ganarse las cosas.
- Un niño hiperregalado no conoce el valor del esfuerzo ni lo que cuesta conseguir las cosas.
- Su maduración a nivel afectivo-emocional es baja.
¿Qué pueden hacer los padres?
Es fundamental que los padres aprendan a decir no. Vivimos en una sociedad hiper consumista en la que se da más valor a lo material que a lo emocional. Se intentan suplir carencias afectivas con aspectos externos. Es importante enseñarle al pequeño que él/ella cuenta con todos los recursos necesarios en su interior. Si tiene algún problema, debemos enseñarle a gestionar sus emociones para así buscar soluciones.
De los momentos difíciles se aprende. Un regalo, en muchas ocasiones, no es más que un parche temporal para tapar una emoción o sentimiento. Las emociones están para sentirlas, tanto las positivas como las negativas. Están ahí para enseñarnos, para ayudarnos a crecer. Es clave hacerle entender esto al niño para que, a medida que vaya convirtiéndose en adulto, pueda recurrir a sí mismo y verse capaz de solucionar las dificultades que le aparezcan de una forma sana, no única y exclusivamente a través de recursos externos.
También es necesario que, cuando le digamos al niño que no y le pongamos límites, le expliquemos con claridad qué es lo que se puede tener/hacer y lo que no. No basta con decir la típica frase que utilizamos tanto de “esto se hace porque yo lo digo y punto”. Hay que hacerle entender para que pueda comprender, aprender y crecer. De esta manera, el niño lo agradecerá en el futuro, y le será mucho más fácil manejarse en la vida en el día de mañana.