Gestionando las emociones en la guardería

El desarrollo de un niño en sus primeras etapas en la guardería tiene dos vertientes fundamentales: la física y la emocional. Actualmente la vertiente física en las edades tempranas se tiene muy en cuenta, pero el desarrollo emocional requiere de un programa pedagógico profundo y bien estructurado. Las escuelas infantiles deben tener una vocación clara por inculcar el desarrollo emocional y el aprendizaje del niño, cambiando el concepto de guardería tradicional donde se recoge al niño en un concepto de enseñanza global centrada en la edad temprana.

Los recién nacidos cuentan con una emociones básicas de bienestar y malestar, pero a partir de dos o tres meses se van conformando emociones básicas o primarias como son: la alegría, generalmente a partir de los 3 meses, el enfado o rabia y la tristeza que aparecen a partir de los 4 meses, la sorpresa a partir de los 5 ó 6 meses, el miedo y el apego a los familiares que suele desarrollarse a partir de los 6 meses, de 8 a 10 meses se produce una mayor ansiedad por la separación de los padres, a partir del año tienen una mayor vitalidad emocional, desarrollan la referencia social y comprenden las expresiones emocionales de otros. Estas emociones evolucionan hacia otras emociones más complejas o secundarias, generalmente a partir de los 18 meses desarrollan la timidez, vergüenza, culpa…

En las guarderías que Alaria Escuelas Infantiles gestiona en Madrid centro, Bernabéu, Nuevos Ministerios y Aravaca-Pozuelo hemos desarrollado un programa denominado «Filosofía para niños» que ayuda a los niños a comprender sus emociones y saber gestionarlas, así como comprender las emociones de los demás para conseguir empatía y unas buenas relaciones sociales y familiares. Dentro de este marco queremos enseñaros un ejemplo de cómo trabajamos las emociones, en este caso ligadas con el arte, ya que los niños de segundo ciclo de educación infantil han trabajado el cuadro de «El Guernica» de Picasso, este cuadro despertaba en ellos emociones de tristeza. Así pues, decidimos explorarlas y explorar su contrario, la alegría. De esta forma realizamos dos cuadros, la reproducción del cuadro con las emociones de tristeza que transmite y en paralelo desarrollamos un cuadro totalmente opuesto que transmita alegría, lleno de color y optimismo. La sensibilidad de los niños es enorme y reconocer y expresar sus emociones mediante el arte uno de los mejores ejercicios.

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