Ha comenzado la cuenta atrás para el día de Reyes y móviles, ordenadores, videojuegos y tabletas están entre los regalos más deseados por niños y adolescentes en nuestro país. Sin embargo, un uso excesivo combinado con baja actividad física e improvisación en la comida los convierte en los pilares del ocio infantil que más engorda, avisan los expertos del Instituto Médico Europeo de la Obesidad (IMEO).  Los regalos de Navidad no deberían verse reflejados en la báscula ya que el porcentaje de sobrepeso infantil en España es entorno al 23% y de obesidad infantil, al 18%, según el estudio más reciente en la población pediátrica, Aladino 2015, realizado según los criterios de la OMS.

«Los niños y adolescentes de nuestro país son más sedentarios que las generaciones anteriores, debido en parte al largo tiempo que pasan ante la pantalla», anota Rubén Bravo, experto en nutrición. Esta situación ha provocado un desequilibrio energético, lo que se traduce en un gradual y consistente aumento de peso. En la cultura occidental solemos asociar este tipo de pasatiempo con el consumo de ciertos alimentos de forma automática y a modo de picoteo. Al ser ricos en grasas y azúcares, estos productos  estimulan la liberación de serotonina y contribuyen a un bienestar temporal que puede generar malos hábitos y un entorno obesogénico.

Campañas publicitarias agresivas

Además, si el menor permanece tras la pantalla durante largos periodos de tiempo termina consumiendo de forma pasiva y constante contenido publicitario. En el periodo de Navidad, las campañas publicitarias en relación a la alimentación aumentan y, en ellas, de forma recurrente se asocian emociones (alegría, alivio, ilusión o afecto) con el consumo de ciertos alimentos, como dulces de escaso valor nutricional o comidas de preparación rápida, aumentando la probabilidad de generar una inadecuada relación con la comida.

Pese a que todos en cierta medida nos vemos expuestos al bombardeo de este tipo de mensajes publicitarios, el impacto en la población infantil es aún mayor. Los niños que carecen de la visión crítica que podría tener un adulto, se convierten en la principal diana de los spots publicitarios. «Por ello, no es de extrañar que los más pequeños asocian tales productos como chocolate, golosinas, galletas infantiles o zumos concentrados industriales como comida hecha a medida para niños y se obvia el hecho que incumplen la recomendación de la OMS que limita la ingesta de azúcares totales diarias a unos 25g para niños de 2 a 18 años, según el estudio científico Anibes, impulsado por la Fundación Española de la Nutrición (FEN), señala la nutricionista Estefanía Ramo.

¿Qué hay de malo en un cine con palomitas?

La típica imagen inocente de una familia feliz en el cine tomando palomitas tiene otra lectura desde el punto de vista de la neurogastronomía. Asienta un patrón muy explotado por la industria alimentaria que parte de los cinco sentidos (vista, oído, olfato, gusto y tacto) con el fin de lograr una experiencia sensorial, capaz de crear humor y bienestar o conectar emociones y recuerdos a través de la comida.

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Lo que podemos hacer para resistir a la tentación, aconseja Estefanía Ramo, es imaginar la actividad física necesaria para quemar las calorías provenientes de un picoteo de esta índole. Tomaremos como referencia una persona de 70 Kg y veremos que se necesitan realizar:

  • chocolatinas: 1 hora y 55 minutos de ciclismo (paseo: 16 Km/h) para quemar las 540 Kcal de 100 g de chocolatinas;
  • palomitas dulces: 1 hora y 35 minutos de aquagym para quemar las 459 Kcal de 100 g de palomitas dulces;
  • palomitas saladas con aceite y sal: 1 hora y 31 minutos de aerobic para quemar las 533 Kcal de 100 g de palomitas saladas con aceite y sal;
  • tres galletas infantiles: 32 minutos de kárate para quemar las 384 Kcal de tres galletas infantiles (una ración de 96 g);

«Por consiguiente, ninguno de estos alimentos estaría recomendado para un consumo habitual y cuando se trata de niños el principal consejo a los padres es no improvisar y descartar las opciones de comida rápida, ya sea en casa o fuera», apunta la nutricionista del IMEO Andrea Marqués. Hay que planificar los menús entre semana para conseguir que la dieta de los menores sea variada, equilibrada y lo más compensada posible con las tomas realizadas en el colegio.

Ocio activo frente al sedentarismo

Los niños y los adolescentes tienen que moverse, jugar, gastar calorías con actividades físicas diversas, practicar deportes de forma regular para aumentar el gasto calórico diario y conseguir un equilibrio energético que a su vez les ayudará a evitar el sobrepeso y la obesidad, insisten los expertos del IMEO. La familia debe involucrarse y priorizar, incluyendo la época de vacaciones, las actividades deportivas frente al ocio sedentario.

Se podrían aprovechar algunas actividades cotidianas para aumentar el tiempo de actividad física, por ejemplo, ir al colegio y volver caminando a ritmo medio rápido, subir escaleras, acompañar a los mayores a comprar, sacar la basura o pasear el perro. A los más pequeños les convienen juegos que implican movimiento y al aire libre, como jugar en columpios, correr en el parque, saltar la cuerda, hula hoop, pilla-pilla, montar en bicicleta, triciclo…

Los niños y los adolescentes tienen que moverse, jugar, gastar calorías con actividades físicas diversas, practicar deportes de forma regular

Los niños y los adolescentes tienen que moverse, jugar, gastar calorías con actividades físicas diversas, practicar deportes de forma regular

De esta forma no sólo quemarán calorías, sino mejorarán el control, equilibrio y postura corporal, fortalecerán sus piernas, brazos y abdomen, aumentarán la resistencia, ganarán flexibilidad y desde edades tempranas conocerán los beneficios que el ejercicio físico tiene para su salud.

El mejor regalo: compartir emociones y tiempo libre fuera de la red

Es sumamente importante que los padres sepan guiar adecuadamente a sus hijos en el uso de la tecnología, orientándoles tanto en los contenidos como en la forma de consumirlos y aprovechando el recurso que pueden ofrecer algunos programas de televisión especializados o videojuegos didácticos con el fin de enriquecer la interacción familiar en torno a los mismos.

«Dedicar más de dos horas al día a la televisión u ordenador resta la oportunidad de realizar otras actividades fundamentales en el desarrollo cognitivo y emocional del niño, como lectura, deporte, trabajos escolares o interacción con la familia y los
iguales», recalca la psicóloga del IMEO Ana Gutiérrez. Solemos estar habituados a planificar el tiempo de nuestros hijos (colegio, actividades extraescolares, deberes, baño) y es entre actividad y actividad cuando suele enmarcarse el consumo de ocio digital. Este hecho supone la ausencia de «tiempo libre» y espacios vacíos que son la oportunidad para que el niño experimente y genere nuevas formas creativas de juego necesarias para un desarrollo adecuado, prosigue.