¡Hola a todos! Como ya sabéis, uno de nuestros principales objetivos es educar a los niños en inteligencia emocional. Así pues, en nuestra escuela infantil empezamos a trabajar con las emociones desde bien pequeñitos. Consideramos de vital importancia que los niños comprendan y conozcan las emociones básicas – alegría, tristeza, enfado y miedo – así como otras más complejas – como son los celos, la envidia y las rabietas.

Una de las situaciones que más nos cuesta gestionar a los padres son las rabietas, muy relacionadas con la frustración. El objetivo no es acabar con ellas, sino comprender su origen emocional. De esta manera, podremos enseñar a nuestro hijo a entenderlas y gestionarlas. En este artículo nos gustaría hacerte ver las rabietas como oportunidades maravillosas para trabajar las emociones y la inteligencia emocional con vuestros pequeños.

Desde que el niño nace hasta aproximadamente los 4 años de edad, las rabietas serán muy comunes. A partir de los 4 años los niños empiezan a comprender mejor lo que sucede a su alrededor, por lo que resulta más fácil de gestionar sentimientos como la frustración. Aun así, es probable que todavía encuentre dificultades a la hora de enfrentarse a situaciones que le resulten estresantes.

Lo primero que debemos hacer ante la rabieta de nuestros hijos es mostrarle nuestro apoyo. Es importante que el niño se sienta comprendido. Si le ignoramos, corremos el riesgo de mandarle el mensaje equivocado, pudiendo sentirse abandonado. En esos momentos es de vital importancia que los padres se mantengan firmes y seguros de sí mismos. Si respondemos con enfado ante el enfado de nuestro hijo, lo único que haremos será mantener un clima tenso e incómodo tanto para el niño como para nosotros.

Algunas de las estrategias que podéis utilizar como padres para enfrentar las rabietas son…

  1. Mantener la calma y enseñarle al niño que no siempre se puede tener lo que se quiere.
  2. No responder ante su rabieta con gritos o enfados.
  3. Ponerle normas y límites y ser claros con ellos, sin romperlos.
  4. Esperar a que deje de gritar y/o llorar para poder hablar tranquilamente con él.
  5. Si estáis en un lugar público, llevarle a un lugar apartado. Una vez se haya tranquilizado, hacer lo mismo que si estuvierais en casa.

Uno de los motivos de las rabietas es el sentimiento de frustración. El niño suele verse desbordado por emociones que no sabe cómo solucionar, y su manera de expresarlo es a través del llanto y, muchas veces, los gritos. Por eso es tan importante enseñarle a identificar sus emociones para que, en un momento dado, le resulte más fácil entenderlas, gestionarlas y aprender con ellas.